Registros del Servicio Jesuita a Migrantes apuntan que la mayoría de los ingresados por pasos no habilitados tras el cierre de la frontera entre Bolivia y Chile debido a la pandemia son venezolanos (72%)
Un trabajo de la BBC Mundo aborda el crecimiento de la población en Colchane, un pueblo chileno donde hay más migrantes que habitantes. Está ubicado en pleno altiplano de Chile, cerca de la frontera con Bolivia y la comuna está conformada por unas 1.700 personas, pero en los últimos años, la población se ha duplicado.
Pero el súbito crecimiento poblacional no se debe a una explosión de natalidad, sino a una crisis migratoria sin precedentes en una zona conocida como «la gran tierra de los Aymaras».
El detonante de la crisis que afecta a la localidad de Colchane fue la llegada repentina de cientos de migrantes el 1 de febrero, y la misma fue agudizada por la muerte de dos migrantes -un venezolano y una colombiana- en la madrugada del miércoles 3 de febrero.
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Se baraja que ambos murieron como consecuencia de las bajas temperaturas de la zona. La frontera que divide a Colchane de Pisiga, en Bolivia, es una zona que se encuentra a más de 3.600 de altitud y donde no es raro que los termómetros caigan a cero en esta época del año.
Pero ni las temperaturas extremas ni mucho menos la pandemia de covid-19 han detenido el flujo de migrantes, que en su mayoría proviene de Venezuela.
«Estamos viviendo una de las peores crisis humanitarias. Nos encontramos hoy día con 1.800 inmigrantes. La mayor concentración se encuentra en la localidad capital de Conchane, donde habitan 300 personas», dice a BBC Mundo el alcalde de la comuna, Javier García.
«Por tanto, se ha producido un colapso sin precedentes en el poblado. Esta ola incluye 235 niños, que están ocupando todos los espacios públicos», prosigue.
El censo de 2017 arrojó que 1.728 personas vivían en la comuna ese año.
Sobrepasó los límites
El alcalde señala que su municipalidad no cuenta con la infraestructura para acoger a tal cantidad de personas.
«La comuna no tiene electrificación las 24 horas del día. No contamos con supermercados ni con red de alcantarillado. Contamos con un consultorio que diariamente atiende a 30 personas y solamente ayer atendió a 260 pacientes, lo cual pone en evidencia la sobrepoblación y la sobrecarga laboral de los funcionarios aquí».
Para David Vargas, un sacerdote familiarizado con el tema migratorio en el norte de Chile, la situación ha cambiado «muchísimo» y en los últimos días «ha dejado de ser normal».
«Estamos ante una alerta humanitaria. Esto ya sobrepasó cualquier límite. La cantidad de venezolanos, bolivianos y hasta peruanos que ingresan por pasos no habilitados es enorme», le dice a BBC Mundo desde Calama, en la región vecina de Antofagasta.
«La situación en sus países es tan compleja que prefieren pasar por más situaciones inhumanas para llegar a Chile y así tratar de mejorar su calidad de vida», prosigue.
Xenofobia
A mediados de enero, el presidente chileno, Sebastián Piñera, firmó un decreto que autoriza al ejército a intervenir en el control migratorio en la frontera norte de Chile, y el mismo fue publicado en el Diario Oficial a finales de esta semana.
Y el jueves, además de anunciar la elaboración de un plan para mitigar la situación en Colchane y la inmediata duplicación del personal de Carabineros y del ejército en la zona, el ministro del Interior, Rodrigo Delgado, recordó que el decreto también les da a las autoridades «herramientas en materia de expulsión inmediata».
«Hoy cruzar la frontera no está tipificado como delito, pero con la nueva ley sí está tipificado como delito», explicó.
Delgado viajará a Colchane la próxima semana con el ministro de Defensa, Baldo Prokurica, para estudiar la situación y anunciar nuevas medidas.
Vargas, sin embargo, critica las decisiones anunciadas y asegura que es injusto que en «una crisis humanitaria de tal magnitud» las autoridades quieran condenar y perseguir a personas que vienen huyendo de la miseria en lugar de «verlo por el lado humanitario».
El sacerdote también denuncia que la decisión ha contribuido a que se generen maltratos y actos de xenofobia.
«Ahorita estoy viendo mucha xenofobia en contra de los migrantes que están llegando. El ataque hacia los migrantes es alarmante. Yo mismo he tratado de ayudar a los venezolanos y me han agredido, pero al final ya estoy acostumbrado a esto», dice.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas de Chile y el Departamento de Extranjería y Migración (DEM), en el 2019 los principales colectivos de extranjeros residentes en Chile provenían de Venezuela (30,5%), Perú (15,8%), Haití (12,5%), Colombia (10,8%) y Bolivia (8,0%).
Por otra parte, registros del Servicio Jesuita a Migrantes apuntan que la mayoría de los ingresados por pasos no habilitados tras el cierre de la frontera entre Bolivia y Chile debido a la pandemia son venezolanos (72%).
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